VERANO QUE NO OLVIDO
03/06/2018
Cuando tenía 18 años, nos fuimos con mis padres a veranear al campo. Eramos 4 hermanos más mi papá y mi mamá. Cuando llegamos mis tíos, primos y primas, más mi abuelo que en ese tiempo tenía unos 62 años, estaban felices. Prontamente nos fuimos ubicando en las piezas. Dada la edad de mis hermanitos, ellos dormirían en una pieza chiquita con una prima. Mis papás en otra pieza. Yo quedaba sin cama y dormiría en el suelo en la pieza con mis hermanos. Mi abuelo, era un hombre sano, en su vida no había tenido enfermedades y vivía con los tíos desde la partida de mi abuela hace 3 años. Compartimos toda la tarde. Cenamos y empezamos a retirarnos a las piezas. Mi abuelo dormía en una pieza al final del corredor, a uno 15 metros de la pieza nuestra. Nos acostamos, con mis hermanos y conversamos un rato con mi prima. Prontamente todo se fueron durmiendo. Yo no podía dormir. No me agradaba dormir en el suelo. Salí a mirar el cielo. Una gran luna en lo más alto iluminaba todo. De pronto me encontré frente a la puerta de la pieza de mi abuelo. La abrí y ví que dormía. Entré despacio y cerré la puerta. El ocupaba el centro de la cama. Despacio me acerqué y me metí a la cama. Me acomodé para dormir. El abuelo dormía tranquilamente. Yo quedé de espaldas a él. Al moverme lo toqué con mi trasero. Me quedé quieta. De pronto sentí que su pene se ponía duro y presionaba contra mis nalgas. Me quedé quieta. Su pene estaba duro y caliente. Me moví y me gustó el contacto. Me acerqué más. Yo era virgen. No tenía experiencia. Su pene era grande, lo sentía grueso. Era un gran pedazo de carne dura y caliente. Me empecé a calentar. De a poquito me acercaba y me movía. Su pene estaba ahí, firme. Lentamente, me saqué mis calzones y levanté mi camisón. Dejando a disposición de ese gran miembro todo mi culito. El abuelo no se movía; su pene parecía desafiarme. Bajé mi mano y lo tomé. Me dió un tiritón que recorrió todo mi cuerpo. Lo empecé a sobar y a ponerlo entre mis nalgas. El pene estaba resbaloso por el liquido que salía de él. Yo estaba mojada completa. Mi otra mano acariciaba mi inexperta conchita. Me acomodé y decidí dejar que me penetrara. Más bien yo me iva a penetrar con la berga de mi abuelo que seguía durmiendo. Me acerqué abrí mis piernas y expuse mi culo. Guié con mi mano ese gran pene y lo fui metiendo lentamente. Me dolía, me descocía. Sentía como mi concha se resistía a dejarlo pasar. Empujé hacia atrás, y en una decisión valiente, empujé fuerte y sentí como entraba ese pedazo de carne, penetrándome en toda su longitud. Me sentí atravesada. Quedé inmóvil. Mi corazón bombeaba a mil. Estaba ensartada. Luego de unos momentos, o minutos, empecé a moverme y a sentir el mayor de los placeres. Mis caderas se movían hacia atrás y hacia adelante, despacio. Mi corazón quería salirse por la boca. No podía gritar, estaba empalada pero loca de placer. Me desvanecí por unos momentos. Sentí que mis jugos bañaban ese enorme pene. Me volví loca. Me movía desesperadamente; luego bajada la intensidad de mis movimientos, y me movía lo más lentamente posible. Estaba completamente exitada. No quería qur lo que estaba sintiendo terminara nunca. Me empecé a moverme bruscamente, violentamente, hasta que sentí un gran chorro de líquido caliente que salía del pene de mi abuelito y que me innundaba completamente. Yo exploté también y jadeaba. Me quedé jadeando; agitada, mi corazón latía desbocado. Pronto sentí que ese hermoso pene empezó a abandonar mi vagina. Yo estaba feliz. El abuelo dormía. Me acomodé y me puse a dormir al lado de ese viejo que me había desvirginado y que me había regalado un placer que no conocía. Al otro día me levanté temprano y me fuí a mi cama en el suelo. Al desayuno nos juntamos todos en la mesa. Cruzamos miradas con mi abuelo. Quien me preguntó entre serio y sonriente: "¿como durmió mi niña?". Muy bien abuelo fue mi respuesta. La experiencia se repitió varias veces. Mi abuelo después, me contó que esa primer vez no estaba dormido. Es mi historia.
Otros relatos que podrían interesarte