Torturada hasta correrme

21/02/2017

Me dijo que le esperara en un banco concreto del parque. Yo nunca le había visto antes a él ni
sabía qué pretendía hacer conmigo. Solo sabía que me excitaba como nadie hablando por la
red y que necesitaba que me hiciera suya lo antes posible. Aunque me daba un poco de
miedo, no pude resistirme a ir con la ropa que él me había pedido y esperarle sentada en el
banco.
Llevaba una falda de colegiala y una camisa blanca demasiado pequeña para mis pechos.
Calcetines altos hasta la rodilla y zapatos de niña buena. Debajo de la falda no llevaba nada,
aunque eso no me lo había pedido él, era aportación mía. Notaba cómo me entraba el aire por
debajo de las tablas de la falda y, aunque tenía miedo de que se me volara y quedara
totalmente expuesta a los transeúntes del parque, imaginarlo me ponía como una perra en
celo.
Estuve esperando un buen rato hasta que, por fin, un hombre vestido en un traje negro con
corbata y unas gafas de sol se acercó a mí y me dio la mano para que me levantara y le
siguiera. No dijo nada en ningún momento, me llevó de la mano fuera del parque hasta que
llegamos a un hotel muy lujoso. Entramos y saludó con la cabeza al recepcionista, entendí
que ya había estado allí para reservar la habitación y prepararla. Estaba más y más cachonda
por momentos.
Subimos al ascensor junto a varias personas más, pero nos situamos en la parte trasera, lo
cual aprovechó para meterme la mano por debajo de la falda sin que nadie pudiera verle.
Desde detrás accedió a mi coño húmedo y empezó a acariciarlo suavemente con sus dedos.
Sonrió al darse cuenta de que no llevaba braguitas, pero siguió callado sin decir nada. Al
bajar del ascensor y llegar delante de la habitación, me tapó los ojos con una venda que no
me permitía ver absolutamente nada. El corazón empezó a latirme muy rápido en una
sensación entre el miedo y la excitación.
Me guió dentro de la habitación y me empujó para caer encima de la cama. A continuación
me cogió ambas manos con fuerza y noté cómo me las ataba al cabezal de la cama, muy
juntas y apretadas pero no tanto como para que me causara dolor. Había llegado a un punto
en el que no podía ver nada, no podía moverme y él no soltaba ni una sola palabra. Estaba
totalmente a su merced y eso me ponía como una moto.
Oí como se desvestía mientras mi corazón se aceleraba más y más y mi sexo se humedecía
entero. Empezó por darme besos en las orejas para seguir por la boca y el cuello. De un tirón
me rompió los botones de la camisa y siguió besándome y lamiéndome los pechos, el
ombligo y, finalmente, todo mi coñito. Su lengua estaba húmeda y caliente, en pocos
movimientos me estaba volviendo loca de placer y le estaba suplicando que me metiera su
polla entera hasta el fondo. A pesar de eso, siguió lamiéndome y chupando mi clítoris como si
fuera el más dulce de los caramelos. No podía más, estaba a punto de explotar.
En el momento justo paró y volvió a subir por el vientre, el pecho y, finalmente, el cuello. Yo
no podía parar de suplicarle y de mover mi pelvis buscando su cuerpo para frotarme y
conseguir el tan ansiado placer. Él se movía hábilmente para evitar darme lo que quería,
mientras seguía su tortura de besos, caricias y lametones. Todavía pasó un buen rato más
subiendo y bajando por mi cuerpo, hasta que consiguió que mi clítoris estuviera ardiendo,
inflamado y palpitando al ritmo de mi corazón.Cuando ya creía que solo quería torturarme, sin previo aviso noté como algo grande, duro y
caliente me entraba hasta el fondo de mi vagina por sorpresa. Se me escapó un aullido de
placer que no pude detener hasta que, pocas embestidas después, tuve un orgasmo extremo e
interminable. Pensaba que me moría de tanto placer, pero él todavía no había hecho más que
empezar y siguió bombeando su enorme aparato dentro de mí durante largo tiempo.
Tuve al menos tres orgasmos más durante el tiempo que estuvo agujereándome sin piedad,
hasta que finalmente salió de mí y noté como un chorro caliente me caía sobre la cara y el
pecho, a lo que respondí buscando su pene desesperadamente con mi lengua para disfrutar el
sabor del objeto de mis fantasías.

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    1 Comentarios

  1. Fco veles dice:

    QUE PESAR NO MALO SINO PESIMO POR FAVOR HAGA OTRA Cosa

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