Lluvia de semen en los soportales

11/08/2016

La noche de sábado arranca y salgo de fiesta con un primo, sus amigos y mi hermana. Yo que siempre he sido un conquistador me dispongo a cautivar alguna chica con mi estilo seductor y ejecutor. No hay noche completa sin ponerle la guinda al pastel.

Fuimos a un pub céntrico que atraía casi toda la diversión de los sábados noche por aquel invierno. Al llegar tuvimos que esperar una cola larga de personas  como era habitual en ese lugar. Mi radar se activó, dispersando miradas entre tanta chica atractiva. Fije mi punto de atención en un grupo de chicas que parecían estar algo bebidas. Risas y bailes entre ellas delataban sus intenciones de arrasar la noche.

Entramos y la sala estaba repleta de gente. Nos ubicamos en el medio de la pista. Nos pedimos la primera copa para ir entonando  y dejarnos llevar por la música alta que engullía el murmullo de la fiesta.

Esperando la oportunidad para la conquista y con mi objetivo femenino todavía por decidir vi que una de las chicas del grupo que estaba esperando en la cola se desmarcaba del mismo para pedir una copa. Era una chica bajita, morena con ojos grandes y un cuerpo muy curvado. Fije mi objetivo y mi reacción inmediata fue ir hacia ella para cruzarme en su camino y llamarle la atención.

Me puse delante y ella con un gesto de sorpresa sonrió. Yo de forma bromista le dije que no le dejaría pasar hasta que no me diera su nombre y le pregunté salerosamente que de dónde había salido una chica tan guapa. Ella dio una carcajada y se sonrojó. Parece que mi fórmula había tenido éxito y le resulté atractivo.

Continuamos hablando sin dejar de seducirla en cada momento hasta que su mirada me delató que debía comerle la boca y palpar su cuerpo tan atractivo. Los besos fueron subiendo de intensidad y le propuse irnos hasta mi piso para conocernos más a fondo.

Antes de irme, fui a despedirme de mi primo y mi hermana que me preguntaron si mi conquista era una amiga que ya conocía de antes. Yo con una sonrisa picarona le dije que la acababa de conocer. Ellos que vieron la velocidad de la conquista no daban crédito.

Salí con ella del pub, comiéndonos la boca ferozmente. Avanzábamos lentamente al ritmo que marcaba la mezcla entre el alcohol y los besos. Pasábamos por delante de la fachada lateral de una catedral cuando no pude resistirme a cogerla por la cintura y ponerla contra la pared para meterle mano. La situación se estaba calentando tanto que le dije que no llegaríamos a casa sin haber follado por el camino. Ella reía y se dejaba llevar por los acontecimientos. Era una madrugada fría de invierno con un cielo amenazante, pero el fuego que recorría nuestros cuerpos hacia olvidar el frío.

Íbamos por mitad del camino cuando empezó a chispear. Nos refugiamos en unos soportales justo al lado de una condonería que parecía augurar un buen presagio. Nos empezamos a liar de nuevo y ya estaba tan excitado que no puede resistirme a desabrocharle su abrigo, subir su jersey y chuparle todas sus tetas. Ella se puso tan cachonda que metió su mano por debajo de mi pantalón agarrando fuertemente mi polla. Yo como tenía un abrigo largo de ¾ color negro, me baje los pantalones hasta las rodillas. Ella comenzó a masturbarme y yo le desabroché su pantalón, metiéndole los dedos en su vagina humedecida. Su clítoris estaba tan duro que no tardó nada en correrse. Pasaba un grupo de personas cerca y para disimular su orgasmo me comió la boca, gimiendo intensamente para su adentro, apretando mi polla fuertemente con la mano. El morbo era total. Empezó  a masturbarme intensamente, diciendo que me corriera en su mano para después beberse toda mi leche.  Llene toda su mano de semen y con una cara de gusto se tragó todo, chupándose cada uno de los dedos sin dejar ni gota.

Una noche en la que empieza a chispear cerca de una condonería  tiene que terminar lloviendo.

By P.J.Man.

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