La isla de los placeres mortales (Enter the Dame) En 120.000 palabras)
08/02/2018
Capitulos 3 y 4
-Rouge aunque un poco decepcionada, recibió un bono extra por parte del generoso tipo,
creo que ella quedó herida en su vanidad, agregó Ebba, al no lograr excitarlo suficientemente
con su presentación, este al parecer exigía más para ser entusiasmado, según me confidenció
ella más tarde, prefiriendo alejarse del salón conversando animadamente con el turco Osman,
antes de disfrutar las especiales atenciones de Rouge.
-Entiendo, por lo que hasta ahora me has contado; que lo usual, y la razón de estas previas
sirven para estimularse con la vencedora asesina, quien se expone frente ellos para que mas
tarde soliciten sus especiales oficios a fin de que estos consigan consumar sus ansiedades,
pero este individuo no requirió sus servicios, al menos, es como entiendo el relato que tú me
has contado hasta ahora, ¿No es así?, le dijo la morena.
-Exactamente, como tú lo dices, le confirmó Ebba, Rouge debía descargar toda esa lujuria
salvaje para terminar de gozar plenamente, fue entonces cuando me le ofrecí para satisfacer
todos sus caprichos, iniciando este vinculo con ella, satisfaciéndola en toda clase de sufridos
castigos, los que te aseguro soporté muy a gusto, me había enardecido a tal punto, que sentía
imperiosamente la inclinación por cambiar mi habitual rol, sentí incontrolables deseos de ser
la parte pasiva y disfrutar ser castigada por la sádica e insatisfecha Rouge, en lo cual esta era
una experta en este tipo de relaciones tortuosas.
-Siempre me consideré solo una sádica, mas ahora, quería ser sometida, había hallado a la
mujer que me hiciera sentir su sirvienta y esclava, deseaba satisfacerla, complacerle todos sus
caprichos y ahora que el sudamericano la había rehusado, este era el momento ideal en que
tenía que insinuármele.
Paula la interrumpió preguntando por este hombre, más que todo por conocer su nombre,
el que podría tener alguna relación más íntima en esta situación pensó, insistiendo en porqué
no tuvo un intimo encuentro, con la francesa luego que hubo invertido su dinero y tiempo.
-Bueno dijo la sueca, ya que lo preguntas creo que él nunca tuvo el deseo de relacionarse
con Rouge sexualmente, noté que a este le interesaba más ver como sufría a “La loca”, creo
que el gordo se satisfizo tan solo observando el castigo, me parecía a ratos que era un sádico
sodomita, para terminar diciendo, bueno de todas formas no se nos paga tan bien como para
cuestionar a nuestros generosos “protectores”, sino para satisfacer sus caprichos.
-Poco antes de llegar a la embarcación que ya divisaban a unos cincuenta metros Paula
se dirigió nuevamente a su interlocutora, para decirle:
-Termina con tu historia, antes que lleguemos hasta el yate, tal vez no tendremos una oportunidad mejor que esta para conversar, aunque espero que sean muchas más mi “bella niñita”, le señalo la hábil Paula, para que esta terminara con su narración.
-Aquella noche Rouge consiguió estimularme más que cualquier hombre o mujer que
hasta ese momento había conocido. Estaba soberbia y altiva al salir del cuadrilátero, deseaba
su cuerpo, me provocaba adorarla mientras la miraba infligiendo esos dolorosos tormentos,
me sentí hechizada por ella, deseaba dejarme seducir por su mirada, sabía que iba a llevarme
a sentir placeres inimaginables, una hembra que disfrutaba martirizando a las personas, más
tarde supe que ella a su debido tiempo, deseaba ser sometida y castigada también.
-Cuando llegaron a la altura del muelle, en donde estaba el yate, observaron a dos de las chicas que estaban en la popa dándose baños y zambullidas, sobre la cubierta las dos mujeres “Castigadas” Seba y Rouge tomaban el sol, mirando a Paula y a Ebba que llegaban, ahora como la relación entre ellas, no era un misterio, más bien era un secreto a voces, Paula besó en la boca prolongadamente a la sueca, provocando abiertamente a Rouge, de la cual ya tenía información del tipo de hembra que era, demostrándole que no le tenía temor alguno.
Como a las diecinueve horas el capitán Theodoridis, reunió a las invitadas y a la tripulación, para decirles que el crucero continuaría con solo tres miembros de la tripulación:
El segundo de a bordo el ingeniero Hans, Manuel el cocinero y yo quien les habla. Estamos a menos de doce horas de navegación para llegar a la isla Spintria, por lo que les pido su cooperación durante el corto tiempo que nos queda por delante, la rutina será la misma, excepto que esta vez no contarán con sus asistentes. En cuanto a la atención por parte de Manuel, este no tendrá inconvenientes para las comidas en el breve tiempo que nos queda por delante, además hago la recomendación, para que cada una de las invitadas ocupe solo los camarotes asignados, para así conservar las buenas relaciones.
Una vez dicho esto se despidió de los tripulantes que bajaban del yate, donde uno de ellos soltó amarras lanzándolas al piso de la cubierta, para hacer después señas de despedida a los que continuábamos en la travesía.
Esta última noche, el capitán Theodoridis congregó al resto de la tripulación del navío y a las pasajeras, que entre todos no llegaban a un par de dígitos, para darle las indicaciones de cómo tenían que proceder al llegar a la Isla.
Lo reducido de la dotación en el último trayecto tenía como finalidad mantener en reserva las actividades de la entidad y el emplazamiento de la isla, manteniendo solamente a los empleados de mayor confianza, como lo eran: Theodoridis, Hans y Manuel.
Esta última noche en que la luna empezaba ya a menguar Ebba y Paula subieron a cubierta, la primera le describió la isla; su extensión, construcciones, acceso, y las personas que ahí encontrará, de la misma manera trató de describir al enigmático Karl Hermann, sus excentricidades y su relación con los demás invitados, cuando la escandinava estaba en esto último, Paula le interrumpió para preguntarle por la asiática a la que había mencionado.
-Kim creo que la llamaste ¿no es así?
-Así es le contestó Ebba, ese es su nombre, ella es germana asiática, que es como le agrada que la individualicen, y es la compañera, amante, e hija de Karl y una mujer coreana llamada “Sumin” la que fue su concubina, y más tarde su esposa creo, una de sus favoritas algunos años atrás, no me preguntes más al respecto, ya que para mí esta relación es un enigma, aun cuando soy una de las concurrentes predilectas y habituales en sus tertulias más privadas, lo que sí te puedo expresar que es un honor ser considerada dentro de este círculo más íntimo, Rouge también lo fue hace un tiempo.
-Afortunadamente para el resto de la travesía, no se tuvieron que tomar medidas especiales para vigilar el comportamiento de las mujeres, especialmente de Rouge y de la africana somalí Seba, por lo que la escasa tripulación se dedicó a sus tareas habituales, no teniendo que descuidarlas, para hacerse cargo de esta otra ocupación.
Eran las seis horas del día lunes cuando llegaron al “Fuerte Spintria”, echando anclas frente a una angosta orilla de playa de unos treinta metros de extensión; rodeada en todo su perímetro inmediato por rocas, haciendo imposible el acceso por sus costados. A un extremo de la playa existía un pequeño atracadero de piedra, junto al que flotaban unos botes con motores fuera de borda, distanciado de ahí a unos cincuenta metros desde la orilla, estaba la zona máxima de calado, en donde habían fondeado la embarcación, donde se encontraban dos más de similares dimensiones.
Uno de los botes salió al encuentro de los pasajeros, mientras estos terminaban de arreglar sus pertenencias. En el primer viaje abordaron Seba, Rouge, Hans y Manuel, “los dos últimos iban como custodios de las castigadas”. Después de dejarlos en el muelle, el piloto regreso al yate unos minutos más tarde, abordándolo esta vez; Paula, Ebba, “Killar”, “Sadie” y Theodoridis el capitán, llevándolos hasta el muelle, en donde esperaban los demás.
Junto al grupo que desembarcó primero, estaban dos altas mujeres ataviadas con vestimentas de cuero negro, equipadas con un bastón, una daga y un arma de fuego al cinto, al más puro estilo de las mujeres espías de una película de acción, esto ratificaba la exposición que le había hecho la sueca en alguna ocasión a Paula, sobre las caras excentricidades de Karl Hermann, de sus gravosos juegos y fantasías, las que compartía con sus asociados, en estas clandestinas funciones encubiertas como competencias deportivas.
Las dos mujeres dada su intimidante indumentaria, no tuvieron problema en hacerse cargo de la custodia de Rouge y Seba, conduciéndose con hosca y agresiva actitud, apoyadas por Manuel y Hans, quienes fueron trasladadas a su lugar de reclusión, en un sector de la villa, al final de un extenso pasillo; el cual tenía por ambos lados apartamentos, cuatro mayores a un lado y seis menores por el otro. Entorno en el cual debió existir originalmente un antiguo “fuerte”, y luego posiblemente un refugio para marinos, sobre cuyas antiguas ruinas se levantó esta villa.
El recinto en que acabaron detenidas estaba aislado de las otras habitaciones, era un celda frente a un jardín que se erguía entre unas rocas, sobre las cuales unas escalinatas de piedra caliza subían hasta los aposentos privados de Karl y Kim, en los cuales, un vigilante armado cuidaba el ingreso; un fornido eunuco africano, al que llamaban “Lothar“, el que también hacía las veces de valet incondicional y guardaespaldas personal de Kim. A un costado del parterre se ubicaba el salón de los “Eventos” que daba frente al mar, el que le había descrito detalladamente Ebba en algún momento a la chica latina.
La sueca le explicó a Paula que los cuatro apartamentos mayores eran ocupados por las participantes “Superiores”, unas seis que por lo común venían a los torneos, el mejor y el más grande para las más privilegiadas, los otros seis que dan al frente son ocupados por participantes “inferiores” o “ratas”, y por el personal de servicio, pero solo durante el periodo que duran los juegos.
-Al final del pasillo frente al jardín y al lugar de reclusión, están las habitaciones de los invitados, o bien de los “Dirigentes deportivos”, decía esto la rubia mientras se desvestía para tomar una ducha.
-Quítate tú la ropa también Paula bañémonos juntas.
-¿No es algo pequeña la ducha de este baño como para las dos?, le dijo Paula
-Hay que ahorrar agua, pues es escasa, “Dijo Ebba en tono de humor, con una risita”.
El comentario implicaba una situación real, ya que en estas pequeñas islas, es muy escaso el preciado líquido y el que sacan de los pozos, junto a las pocas lluvias que caen en esta época del año, alcanzan solo para el consumo de un pequeño grupo de personas, por lo que deben traerla, entre otras provisiones; en lanchones cisternas de modo regular, para distribuirla por medio de bombas y ductos desde el dique a unas cisternas, durante al menos los meses más calurosos, más todavía cuando llegan un mayor número de personas a estos eventos de las que comúnmente habitan en ella.
Esta misma explicación que le dio Ebba a Paula para ilustrar en qué condiciones se desarrollan esta y otras labores en las islas mediterráneas en cuanto a la escasez de agua, aun cuando poco o nada le importaba, le sirvió más bien como un válido pretexto para un sensual encuentro bajo la ducha.
Una vez que se hubieron refrescado y “todo lo demás”, se dispusieron a reposar, mientras lo hacían, alguien golpeó a la puerta, la rubia que aun estaba desnuda la abrió, era Pierre Dupont que ya se hallaba en la isla, este saludó amablemente a ambas mujeres:
-¡Hola!, ¿Como están?, veo que ya se conocieron, según me informó el capitán Theo, expresando luego gentilmente unas palabras de bienvenidas, esperando una respuesta por parte de las mujeres.
-Así es le confirmó Ebba alegremente satisfecha, ¿A qué se debe tú grata visita Pierre?
-Vengo a informarles que a un costado del embarcadero y bajo una marquesina, si lo desean, estarán dispuesto refrigerios y comidas para servirse, ya que en la isla no hay servicio de habitación, añadió esto con un dejo de humor. A continuación les notificó que Karl Hermann y su compañera Kim acababan de llegar a la isla, al parecer en un hidroavión, y que a eso de las veinte y treinta horas se reunirán en el salón principal, el que se ubica en donde termina el pasillo, como ya te deben haber informado “mon chérie” Paula, y como tú eres nueva en estos certámenes, (especificó el francés), de igual modo te documentaré que es el lugar en donde se efectúan y se planifican los eventos, siendo este el motivo principal por el que todos nos encontramos aquí.
-Así es Pierre, le contestó Paula, ya me han instruido al respecto casi de todo, y por la mejor instructora y guía, le sonrió, girando la cabeza para indicar a Ebba.
-Me encargó el señor Hermann, les hiciera llegar la sugerencia de lucir ataviadas muy sensuales y atractivas para la ocasión, es todo lo que debo comunicar… ¡ah!... Ebba tengo una nota para ti de Kim, éste sacó del bolsillo de su camisa un sobre, el que extendió a la aludida, agregando además, me pidió que te informara que durante la tarde te comunicaras personalmente con ella, luego el varón se despidió, retirándose cortésmente.
Ebba tomó el sobre, extrayendo del interior una postal que ojeó en pocos segundos y que pasó trivialmente a la morena, quien leyó un mensaje que tenía escrito en manuscrito escuetamente: Esta noche “Gladiadoras & esclavas”.
En la isla, como en todos los eventos que se hacían, se tenía prohibido comunicarse por algún sistema telefónico, sea celular, satelital o por otro sistema, los únicos que podían efectuar llamadas pero no recibir; eran Karl y Kim, aunque podrían hacerlo eventualmente Dupont y Theodoridis, siempre y cuando lo ameritaran forzosamente las circunstancias.
Una vez que se hubieron vestido, las dos chicas se dirigieron directo a la marquesina mencionada junto al muelle para comer algo, era un local de estilo rústico pero cómodo, ahí se encontraba el conocido y gentíl Manuel con otros empleados de la isla, a quienes saludaron, para luego tomar el menú que le ofrecieron, después de merendar y disfrutar un breve paseo por las inmediaciones, subieron hasta sus habitaciones, desde donde Ebba se despidió de Paula, siguiendo de largo para dirigirse a las dependencias privadas de Kim, tal como le había notificado Pierre esa mañana. Por lo que la chica morena decidió tomar una placentera siesta, esperando el regreso de su amiga.
Al atardecer llegó animadamente Ebba de su reunión con la enigmática Kim, diciéndole a Paula que tenía un plan para antes de ir a la recepción.
-Primero comeremos algo en el embarcadero, para después ir a ver a nuestras amigas que están en prisión, ¿Te parece?
-¿Qué sentido tiene hacerlo? preguntó Paula.
-Bueno, como tú deberás saber, disfrutar antes, durante y después de los encuentros, ¿Entiendes?, le dijo la escandinava, prosiguiendo con la explicación:
-Antes, debes asustar a tu rival, ella te debe temer, su miedo debe nutrirte, eso lo aprendí de la mismísima Rouge, créeme que es muy estimulante hacerlo, entonces sí podrás darle de su propia medicina.
-Durante el enfrentamiento, ni que decirlo, el momento de la verdad llega cuando desahogas todas tus reprimidas ansias de castigar y vejar sin límites a la infeliz a quien convertirás en tu víctima, en este caso Rouge.
-Después del combate; no sé si en tus experiencias anteriores, sentías la imperiosa necesidad de prolongar todo ese deleite, terminando por satisfacerte una vez que hallas encendido en cada fibra de tu cuerpo el deseo de ser adorada en premio a tu excitante y despiadado desempeño, de poseer y ser poseída, consumando de esta forma el deleite final que tu cuerpo reclama.
-Lo de antes y durante lo entendí muy bien, “formuló Paula”, pero explícame mejor aquello del después.
-Y bueno, el Después “sonriendo la rubia explicó”; en las veladas que realizan Karl y sus íntimos, es lo más parecido a un “Pandemónium infernal”, en donde el significado de orgía, sobrepasa la imaginación de las mentes más corrompidas.
-Entonces el “Después”; es cuando se hace necesaria una de esas tertulias, si mal no entiendo, para compartir finalmente todos esos momentos, ¿no es así Ebba?
-¡Oh si!, me encantan esas reuniones, respondió la entusiasmada escandinava, y estoy segura que a ti también te van a gustar, si tienes la oportunidad de ser invitada.
-Ya veo dijo Paula, como eso de “Amazonas y esclavas”.
-Es muy similar querida, pero ese, es otro “Jueguito”, le corrigió Ebba, el de esta noche se llama, “Gladiadoras & esclavas”, ahora vístete lo mas perra que puedas, que yo haré lo mismo, para que nos luzcamos en esta reunión preliminar que tendremos junto a Karl y sus amigos, no te olvides que ellos disfrutan solo con las mujeres más despiadadas y agresivas. Pero antes, ya sabes, iremos al calabozo a atemorizar a esas miserables.
Las dos mujeres, luego de cenar en el muelle, dejaron sus habitaciones vestidas con trajes muy ceñidos, ambas con tacones y por cierto con todo desparpajo, para mostrar lo que tenían, Ebba lucía un corto vestido rojo, abierto a un lado, dejando ver su bronceada y tonificada figura, mientras la morena llevaba una cortísima prenda oscura, abierta también bajo la cintura, descubriendo y exhibiendo sus bellas y largas piernas.
Eran aproximadamente las veinte horas, ya terminaba de anochecer, cuando las dos mujeres salían de sus aposentos para caminar hasta el final del pasillo.
El sonido de sus tacos en el adoquinado alertó a una mujer de ceñuda mirada, y de unos cuarenta años, que estaba de guardia junto al calabozo, la que frente a ellas, les cercaba abiertamente el paso, advirtiéndoles enérgicamente:
-Nadie puede visitar a las detenidas.
-Hazte a un lado mujer estúpida o quieres que te arroje a los acantilados, le dijo Ebba.
La mujer aludida tomó el bastón que llevaba, con la clara intención de querer usarlo en contra de la sueca, pero ágilmente esta se lo arrebató antes de poder terminar de levantarlo y con la otra mano la agarró vigorosamente del cuello, diciéndole:
-¿Creo que no me conoces imbécil, o si?, la agredida mujer le respondió con temor:
-Sí,...sí, sí la conozco.
-Bueno deberías saber que no estás en condiciones de dar órdenes a quienes pueden revolcarte, le dijo la nórdica, ahora retírate y déjanos pasar a ver a estas necias recluidas, y desenfadadamente caminaron al interior de la prisión, a la vez que tiraba lejos el garrote que le había arrebatado a la timorata y madura guardia.
La sensual y rítmica resonancia de los tacones de ambas mujeres en el duro pavimento al caminar las precedía sonoramente, por lo que las dos detenidas estaban ya sobre aviso del acercamiento de unas visitas, poniéndolas sorpresivamente en alerta a las ya angustiadas mujeres, añadiéndoles más estrés a sus impacientes estados, produciéndose desde ese momento, el efecto deseado, tal como lo había dicho Ebba; ocasionarles miedo antes del combate.
-¿Como están?, las atienden bien aquí chicas, exclamó la rubia con su típico tonillo escandinavo que retumbó por todo el lugar cuando aun no alcanzaban la reja que las aislaba del resto del conjunto.
Las dos mujeres confinadas, sin estar sorprendidas miraron a las inesperadas visitas.
-Para que vienes Ebba, seguramente para atormentarme con tu nueva amiguita “le dijo Rouge”, ella ya te conocerá bien; debe saber de las intrigas de las que estoy enterada desde hace un tiempo, y como te prestas para hacer desaparecer mediante “El castigo”, a quienes están al tanto de ciertas situaciones que molestan a Karl y a sus cercanos, de cómo las adecuas a estos eventos mediante tus alevosas mentiras, y la forma en que alteras la verdad de los hechos, vamos cuéntale a cuantas has eliminado incitándolas injustamente al castigo, ni aun las más cercanas a ti se han escapado de tu perversidad y falsedad, hay que estar demente para estar contigo, estás enferma de la cabeza, incluso más que yo, lo que es mucho decir, aguarda que salga de aquí, y apelaré a la comisión, y una vez que me de otra oportunidad Karl, te enfrentaré, y te mataré, traidora intrigante, terminó diciendo muy convencida la alterada francesa.
-No puedo estar más ansiosa, estaré esperando que llegue ese momento dijo Ebba
-Ahora tenemos un acuerdo entonces, le contestó Rouge.
-Tendrás dos arduos acuerdos, le corrigió la rubia, porque deberás enfrentarte primero
con mi amiga Paula “La furia latina”, que te desafiará de acuerdo a las facultades que tiene, y
no creo que quede suficiente de ti, luego que ella termine contigo, seré su “Protectora”, para
sugerirle de cómo tendrá que proceder durante el combate, aunque creo que no necesitara
de estos consejos, puesto que ella es muy lista al respecto, ¿O no querida?, le preguntó a
Paula, que estaba al margen de la charla hasta ese momento, a lo que esta manifestó:
-Será mi debut y tu final Rouge, espero que procedas de frente, y no por la espalda,
como la otra noche, y te comportes con mucha más dignidad cuando llegue el momento de
nuestro inevitable encuentro, terminó diciendo Paula, luego Ebba interrumpió diciendo:
-Aquí tenemos a otra más que usa las malas artes, cuando no lo puede hacer en buena
lid, te estoy hablando a ti, negra, tramposa y cobarde, ahora no te daré la oportunidad de que
contamines mis bebidas, esta noche nos reuniremos con la comisión y se expondrán nuestros
retos, estoy decidida a enfrentarte, lo único que lo impediría, sería que Karl no lo autorizara,
lo cual sería muy lamentable, al oír esto último la africana pensó que se abría la probabilidad
de cancelar el probable combate, por lo que levantándose ansiosamente del camastro en
donde había estaba sentada, titubeando atolondradamente preguntó:
-¿Y cómo sería…eso?, tú renunciarías al reto y podría suspenderse el combate.
-¡No! le corrigió Ebba, igual tendrías que combatir pero con otra adversaria, hay una sola persona que puede evitar estos desafíos, Seba con la voz entrecortada y ansiosa se apresuró a preguntar, obviamente para conocer al parecer una mejor opción.
-¿Quién es esa persona?
Ebba hiso una gran pausa antes de responder, manifestando al final:
-La persona es..., Kim, quien tiene por hábito, tomar los retos que se le niegan a la agredida retadora.
-Seba se mostro nerviosa y con su voz trémula, casi musitando dijo: O sea que si tú…, no eres mi rival, tendré que enfrentarme a…, Ella… ¿No es así?
-Efectivamente, sí, así es, le respondió Ebba.
Al oir esta lapidaria afirmación, la somalí inclinó su cabeza, tomándosela con ambas manos y apoyó los codos en su regazo, haciéndose un silencio total por un momento, hasta que la rubia con voz sarcástica y burlona exclamó con su particular acento:
-Seba pero ¿porqué tan callada?, al parecer creo que le temes más a Kim que a mí.
La somalí conocía el mortal proceder de la oriental en sus presentaciones, Ella no tenía que pedir autorización para acabar con sus rivales de la manera más disoluta y cruenta imaginable, era la reina de las perras, si bien todas las que llegan a estos eventos lo son, estas últimas eran discípulas aprendices de las técnicas usadas por Kim, siendo tan solo una velada copia del inhumano proceder no solo en estas lides, sino que en el quehacer usual de la perversa germana asiática.
Insistiendo con el mismo modo de relacionarse con las detenidas, Paula y la escandinava
continuaron con las intimidaciones por algunos momentos más, hasta que dejaron el lugar,
gritándoles todo tipo de obscenidades e insultos mientras se alejaban, para encaminarse hacia el salón, cuando ya casi era la hora señalada para la convocada recepción.
(Cap. 4°: Rumbo a los eventos mortales)
Eran las veinte y treinta cuando las participantes e invitados entraban al salón, en cuya periferia se ubicaban cómodos asientos donde charlaban animadamente algunos invitados. Al otro extremo del salón se concentraban las participantes al evento; además de las que llegaron junto a Paula en el yate, se encontraban, Dae una atlética coreana y Elke una esbelta y fornida alemana, todas muy atrevidas, luciendo más epidermis y maquillaje que vestuario, esto último potenciaba la naturaleza fetichista y provocadora de sus personalidades, como ajustados y reducidos vestuarios, mayormente confeccionados con metales y mucho cuero, destacando los colores bien definidos, principalmente el negro, rojo, y marrón, conduciéndose con desvergonzadas y sugestivas actitudes frente a los visitantes, capaces con sus miradas de seducir y matar, especialistas en esto último, en lo que se especializan y lo que mejor saben hacer, lo cual en estas reuniones, no disimulan para nada, y muy al contrario, es la ocasión propicia para lucir esta tendencia, siendo su principal carta de presentación.
Los invitados, en esta ocasión eran seis personas, cantidad que usualmente se reunían en cada una de estas sesiones, quienes miraban con prudencia pero sin disimulo a las mujeres, eligiendo seguramente a sus favoritas, ellas se saben muy bien observadas, y su presencia en estos juegos constituye la principal atracción; bellas fieras, ansiosas por entrar en la arena, las que pueden ser apreciadas en insólitos y sangrientos enfrentamientos, estimulando a quienes se deleitan con estas exhibiciones, como asimismo de sus exclusivos servicios, los que pueden adquirir después de las primeras motivaciones que provocaran en la arena de combate.
Los más inaccesibles y torcidos placeres imaginables, todas las fantasías prohibidas para el común de las personas, en esta isla y en otros escenarios similares, son posibles para este peculiar y limitado grupo de ricos y poderosos hombres y mujeres, que detentan el poder, los recursos y las licencias, como para disfrutar sin problema alguno, sus inusuales tendencias en estos paraísos de prohibidos placeres.
Cuando eran pasadas las veinte y treinta horas, unas solicitas criadas servían cocteles a los invitados que esperaban la llegada de Karl y Kim. Habían pasado cinco minutos desde que habían ingresado al recinto, tiempo suficiente como para que examinaran a las muchachas participantes y estas a su vez para mostrar lo que podían ofrecer por el momento, luego de lo cual, se produjo la entrada de los anfitriones.
El primero en ingresar fue el turco Osman, de quien Ebba le había hablado a Paula, junto a él Dupont que anunció la llegada de los anfitriones Karl Hermann y Kim, quienes lo seguían más atrás, caminando hasta llegar al centro del salón.
El salón en cuestión básicamente estaba formado por un muro curvado de unos tres metros de altura y unos ocho metros de diámetro, al medio de este, un anillo menor inscrito con una circunferencia de cinco metros aproximadamente, limitando toda su periferia un pasamanos de brillantes caños de bronce, del mismo material un pequeño y levadizo antepecho que de ser necesario se levantaba para permitir el acceso, como en este caso, por donde entraron los anfitriones, el suelo era de arena cuarzosa de un tenue tono azulado. Anexo a esta aula se hallaban otros espacios que complementaban la funcionalidad del particular recinto. Evidentemente aquí era donde se hacían los encuentros, por lo que los asistentes a estos, lo denominaban con cierto sentido de la importancia y el interés que representaba esta estructura dentro del conjunto, como: “El anillo de oro”.
Kim era la mujer que más llamaba la atención, inclusive por sobre las participantes, y las invitadas, una belleza excepcional, con el poder de estimular los más ocultos y reprimidos instintos de cualquier varón o mujer. Por sus genes asiáticos; Ojos rasgados, de contextura atlética, de cabello lacio y brillante, y por su herencia germana; alta, espigada, de ojos grises, cabello rubio y largo. Vestida con una ajustada y escotada tenida metalizada de lycra azul, andando con altivez, como una soberana entre sus súbditos, una hermosa hembra, misteriosa, y deseable.
Para Paula era difícil comprender la relación entre el alemán y Kim, aun con su formación más que liberal, le costaba asimilar lo de amante de Karl e hija del mismo con una mujer
coreana llamada Sumin, quien fue su amante y también compañera con la que compartía estos prohibidos juegos hasta hace unos quince años, cuando Kim la reemplazó, todo esto según le había confidenciado brevemente Ebba. Siendo este el tipo de relatos que gustaba de narrar comúnmente la escandinava.
Karl los saludó y les dio la bienvenida desde el centro del circulo, tanto a los invitados, como a las muchachas participantes, estas últimas se acercaron a los primeros, a medida que estos las solicitaban con leves señales, Ebba se acercó a Osman, Killar y Elke socializaban con un par de hombres, los que eran aparentemente antiguos conocidos, entre tanto Dae lo hacía también con una pareja formada por un individuo cano, y una mujer más joven, Paula fue abordada por otra invitada, pero esta se hiso la desentendida y sonriendo cortésmente la esquivó, prefiriendo estar a un costado para investigar y estudiar a los concurrentes, y muy especialmente a la hermosa y misteriosa germana asiática, como asimismo familiarizarse con todo este entorno.
Sadie la bella sordomuda americana, se acercó a los anfitriones, que con señales de manos, y gesticulaciones propias de su limitación física, se esforzaba en comunicarse, especialmente con Kim, con quien parecía tener una especial afinidad, esta con sutiles e indiferentes movimientos de cabeza, y sin mirarla, acentuaba altivamente, señalando en forma displicente, que le entendía, sin ponerle mayor atención, probablemente todo este esfuerzo que hacía la americana era para pedirle que intermediara por ella, al momento de programar las duplas de contendientes, que amenizarán las veladas, ya que estas eran las solicitudes que se le hacían frecuentemente, tanto las chicas lidiadoras, como los asistentes, cuando se les daba la oportunidad de convenir con ellos.
Transcurridos algunos minutos Dupont se dirigió a los presentes:
-Nos complace anunciar nuestro programa de enfrentamientos “Deportivos”, exclusivamente entre mujeres, serán cinco las veladas, arrancando desde hoy día lunes hasta el viernes, donde nuestras gladiadoras darán lo mejor de cada una en su esfuerzo por llegar a ser la número uno del ranking.
Mientras Sadie insistía en llamar la atención de Kim, Ebba por su lado tenía mejores resultados, compartiendo sin problemas con Karl, solicitándole con toda seguridad, que tomara en cuenta los desafíos hechos por ella y su nueva amiga Paula, ya que a una señal de este, Pierre hiso un alto en su alocución, para acercarse al teutón, quien le dijo algo al oído, y le pasó una breve nota escrita con anterioridad, para luego seguir con la presentación:
-Las participantes son ocho, dos combates por jornada, los primeros en programarse serán los desafíos por medio del “Castigo”, el primer encuentro, a las veintidós horas de esta noche, será por parte de Ebba “La pantera rubia”, clasificada tercera en nuestro ranking, que desafía por medio del “Castigo” a Seba “La pantera Negra”, ubicada en el segundo lugar.
En ese momento, la nórdica buscó con la mirada a Paula, haciéndole un breve guiño, indicándole sin lugar dudas, que había conseguido incluir sus desafíos en el programa, según lo habían planeado.
-Más tarde el segundo encuentro será entre Killar “La asesina”, cuarta en el ranking y Sadie “La muñeca americana” en quinto lugar, quien pretende escalar posiciones. Para mañana habrá una nueva participante; Paula quien desafiará a la madura Arpía roja, más conocida como “La Harpie Rouge”, asimismo por medio del castigo, combate que se anotará como el primero del martes, el segundo será entre Dae, “La guerrera coreana” rankeada en sexto lugar y Elke “La hiena nazi” ubicada en el séptimo lugar, los enfrentamientos para las sesiones venideras se darán, según sean los resultados obtenidos en estas dos primeras noches de competencia.
Las miradas de la nórdica y la muchacha latina se volvieron a cruzar, la morena estuvo en esta oportunidad más sonriente aun.
Luego de escuchar toda la programación, cuando eran las veintiuna horas, con la facultad que le otorgaban las normas de la organización, Ebba expuso sus exigencias a la comisión, en desmedro de la castigada Seba: Esta deberá combatir desnuda, esto se hace al menos por dos motivos; primero para evitar que pueda ocultar algún tipo de arma entre sus atavíos, y por otro lado el efecto sicológico que les ocasiona, al exponerse desnuda ante su rival y la asistencia, lo que produce una ventaja más para la retadora, si a esto le sumamos privar de la defensa que aportan cierto tipo de indumentarias, la castigada está en evidente desventaja con respecto a la retadora, las que generalmente van protegidas con vestimentas de cuero y metal, sirviéndole naturalmente estos elementos para causar daño, como para evitar con estos, que las coja su adversaria, siendo muy efectivas también para impedir y atenuar los golpes, y por supuesto para intimidar a su rival. Otra de las exigencias es la de cortar y limar romas las uñas de pies y manos a la “castigada”, lo que también se hiso en este caso. Además exigió que se le tapara la boca con una mordaza de cuero, similar a la usada en el film “The silence of the lambs” por el personaje Hannibal Lecter, a fin de evitar mordeduras, acciones muy recurrentes en este tipo de encuentros, sobre todo cuando la castigada está en desventaja total y tiene que usar los pocos recursos con los que puede disponer para poder defenderse.
Eran pasada las nueve y cuarenta y cinco de la noche, cuando Ebba pasó por detrás del salón, para entrar en unos camarines donde se hallaban los atuendos de lucha personalizados para cada una de las chicas, según sus exigencias, gustos y las estimulantes reacciones que quisieran producir en los fanáticos del fetiche, y como es de suponer, diseñados para infligir el mayor daño posible a su antagonista.
Minutos antes de las veintidós horas, Karl y Kim dieron instrucciones a Pierre, quien se dirigió a las guardias que estaban ubicadas tras las puertas de acceso, quienes abrieron ambas hojas, apareciendo en el umbral de la entrada Seba, desnuda y amordazada, flanqueada por las dos mujeres confiadas a su custodia, las que pasaron directamente al “Anillo de oro” en el centro del salón. Seis visitantes, además de Karl y su comitiva recibieron con un abucheo a la africana, quedando escoltada y a la espera de Ebba, la que fue proclamada con una fanfarria de clarines y trompetas al estilo de los filmes de gladiadores, ritmos marciales que fueron preparados previamente desde un equipo de sonido muy bien sincronizado. Una vez que se acalló el sonido de los clarines, Pierre se dirigió a los entusiastas presentes:
-Señoras y señores para mí es un verdadero privilegio, presentarles a una de nuestras más caras combatientes, ubicada por ahora en el tercer lugar, pero no me cabe la menor duda que esta noche se subirá al podio, para ubicarse en el segundo puesto de nuestra clasificación, me refiero a la que ustedes han hecho su favorita: ¡Ebba! “La pantera Rubia”, vaticinio con que aduló sin disimulo alguno a Ebba, en desmedro de la africana Seba.
Al terminar la presentación el público irrumpió con gritos y aplausos de beneplácito, a la vez que en la otra esquina del salón, surgía mostrando su estatuaria figura, la soberbia y bella escandinava, maquillada como una maligna deidad del mal, vistiendo una indumentaria de gladiadora en cuero negro, con agudos metales adheridos, todo el conjunto muy corto y ceñido, lo que le permitía lucir su hermoso y fornido físico. Además de una espada corta y un escudo del tipo traciano, su cabello dorado sujeto por un casco con penacho rojo.
-Los espectadores serán, testigos de un inusual combate, “promovía Pierre el duelo” Ebba la magnánima retadora en un generoso y noble gesto deportivo, le dará la oportunidad de poderse reivindicar a la infractora Seba por la tropelía cometida durante el viaje hacia este fuerte, siendo interrumpido por las risas de parte de la audiencia, dada la sarcástica afirmación. Una vez que se hubieron acallados, Pierre continuó:
-Ebba dará a su rival ventaja los primeros cinco minutos, durante los cuales no podrá atacarla, ni devolverle los golpes, eso sí, Seba deberá confrontarla desarmada, contando tan solo con su destreza y habilidad, en donde nuestra combatiente solo se defenderá, si Seba logra tan solo derribarla, podrá demandar que se le asignen las mismas armas con las que cuenta Ebba, o sea escudo y espada traciana, para seguir así la contienda,… ¿No les parece justo?, preguntó Pierre a los presentes, los que entre risas y burlas gritaban:
-¡Si, si, si!, avalando la improcedente moción, a sabiendas que se trataba de un ardid, para hacer desde el inicio una mofa de su antagonista por parte de la retadora, la que terminó de lucirse entre los asistentes, caminando provocativamente hasta la arena, cimbrando sus caderas, dejando atrás a la concurrencia, mientras apuraba el paso, para tomar impulso y saltar ágilmente sobre la baranda de bronce, cayendo dentro del “Anillo de oro”, destacando de esta forma sus habilidades atléticas, arrancando silbidos y aplausos de admiración.
En los momentos siguientes la expectación creció, haciéndose un breve silencio cuando Dupont extendió su brazo alzando su mano con la palma hacia arriba en dirección a Karl, concediéndole el honor de iniciar el duelo, este se irguió con un brazo en alto y un pañuelo blanco en la mano, a la vez que se apagaban las luces y se iluminaba el anillo, observó de lado a lado a los que se encontraban en el salón para anunciar:
-Corren los cinco minutos de ventaja para la castigada Seba, dijo con su inconfundible acento el alemán, acompañando toda esta ceremonia con los característicos sones marciales de clarines que anunciaban el comienzo del encuentro.
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