La infidelidad en pareja es mucho más morbosa siempre
11/11/2016
Las manos llenas de polla, colgada del columpio, el sexo empapado, Juan me miro.
- Veamos si es verdad lo que dices, y quieres ser la zorra que dices.
No entendia nada, que más me esperaba. Mi cuerpo era una fuente de placer incontrolable.
Note como me vendaba los ojos y me susurraba al oído:
- No decias que reconocias mi polla con los ojos vendados, pues veamos.
Las palabras hay que tener cuidado con ellas, siempre vuelven.
Mis pollas se esfumaron y solo les escuchaba cuchichear entre ellos, esa espera me estaba matando, pasaron seguro que segundos pero se hacian eternos.
Note como una lengua se abría paso entre mis muslos, era sin dudas la de Juan, como una polla se agarraba a mi mano derecha y otra a la izquierda. Y la polla de Juan se metia en mi boca, pero como podía ser eso. Su lengua en mis muslos y su polla en mi boca, concentrate Mara, me decia a misma mientras la lengua tomaba un protagonismo tal que me dio igual de quien era para importarme que no parara.
La lengua me mataba, no sabia si era la de mi marido o no, pero ya era tarde para nada. Toda yo estaba entregada a esta locura, pajeaba como una diosa, mientras esa polla me daba una y otra vez.
Mi boca se entregó en cuerpo y alma, la chupaba para sacarle hasta el hígado, queria vaciarle, drenarle. Sin manos era más difícil pero mis labios trabajaban como una ventosa para no dejarla escapar.
- Supongo que la putita no se presento, Mara se llama Mara,mira que eres zorra, .
Que equivocada estaba, una polla engaña más de lo que parece.
- Mara, no decias que querias dos pollas a la vez
Sin dejar de penetarme, Juan y dos de sus nuevos amigos me tomaron en volandas.
Nunca he sido una santa, me a gustado desnudarme, ser vista por desconocidos, he tonteado más de la cuenta alguna vez , incluso mucho más. Pero esto era otro cosa, me estaban follando tres hombres y mi marido, no sabía que me hacia cada uno pero eso quizás lo que lo hacía más delirante.
Note como uno de ellos me clavaba su polla entiendo que sentado y pensaba que era Juan, pero como para ponerle pegas. Mis pies tocaban el suelo como si el estuviera sobre un banco o silla. Note unas manos que me tomaban desde atrás, esas seguro que no eran de Juan y otras que separaban mis nalgas ofreciendolas al mundo.
Mi esfínter es estrecho y delicado, me decía yo a mi misma, mientras esas manos jugaban con el gel acomodando un dedo.
No me lo podía creer, este hombre me rompería culo ayudado por mi marido y delante de dos más. Era humillante, morboso, loco, retorcido, placentero, yo me había convertido en la puta que siempre he llevado dentro.
- Juan quitame la venda por Dios, quiero verte la cara, suplique. Quería ver la cara de mi marido cuando esa polla se clavase en mi. Compartir esa complicidad que nos había llevado hasta este cuarto.
- No putita mia, todavia no.
Me quedé helada de nuevo, la voz venía desde el medio de la habitación o sea que no era la polla de Juan la que se clavaba en mi una y otra vez mientras que el desconocido preparaba mi ano para ser penetrado.
Estaba a punto de correrme como no lo había hecho antes, no era clitoriano, ni vaginal, ni de ninguna parte de mi cuerpo, era todo el y como desde fuera.
Mis pies dejaron el suelo para posarse como en unas plataformas, debería ser un columpio raro, yo notaba como me movía de adelante hacia atrás y en ese movimiento la polla entraba y salía de mi. Según tomábamos ritmo, note como mi esfínter era invadido un poco más en cada vaivén, primero fue solo un roce y poco a poco fue abriéndose camino como un ariete. Mis caderas fueron buscando ese balanceo para entrar y salir mejor en cada bandada, la respiración me faltaba, mis pechos parecían que se saldrían de mi cuerpo. Mis nalgas eran castigadas cada dos viajes con un sensual azote que dilataba un poco más mi ano, dejando que ese extraño que follase por donde apenas había sido follada.
Vendada, follada y si, enculada, disfrutaba como nunca antes de mi marido o no, y esa duda me mataba y me calentaba a la vez, estaba siendo infiel y fiel a la vez, puta entre las putas.
Notaba como cada poro de mi piel temblaba en cada embite, rompiendo mis últimas fronteras de la cordura y abriendo un nuevo mundo para ambos.
- Ahora si zorra mia, la más caliente de la putas.
Note como la venda desaparecía, La luz me cego y tarde en poder distinguir con claridad. Lo primero que vi fue a Juan, estaba frente a mi con su polla lista para que yo la engullera, le mire y con el balanceo me la trague mirándole.
Sin dejar de pajear a Juan y sin perder el ritmo fui dándome cuenta eramos el centro de atencion del local, los cristales de las paredes ya no eran cristales era vitrinas.
Yo, era la puta de la noche, la atracción estrella, me queria morir.
Sabia que las fotos que me hacia mi marido, las habian visto muchas más personas que ahora me veian, que se habian masturabado guapos y feas, habio recibido pruebas de ello, pero ahora los tenia ahi.
Algunas medio desnudas, otros vestidos mientras que me follaban, follaban, sin ningun pudor mi marido me había convertido en la fulana del mundo, que gozada !!!
Me meti la polla de Juan y le vacie, no se corrio, le vacie, mientras yo me fundía en un brutal orgasmo que si no llego a estar empalada entre dos machos me hubiera caido redonda al suelo. Dios que pasada, hasta mi espalda se corrió.
Otros relatos que podrían interesarte