Hermanastro Fogoso
08/05/2018
¡Hola! Mi nombre es Andrea. Esto me sucedió hace algunos años. En ese entonces, mis padres me comunicaron que mi hermanastro (hijo de mi padre), vendría de visita a nuestra casa. Yo tenía 18 años en aquel entonces, y mi hermanastro, llamado Mauricio, tenía 24 años. Él, alto, de cabello negro azabache, unos ojos azules intensos, un cuerpo medio musculoso, y finas facciones. Yo, una chica de mediana estatura, cabello claro, unos ojos color avellana, un buen trasero y senos firmes, nos queríamos mucho y nos conocíamos hace bastante tiempo. Cuando llegó el día de su llegada, yo era la más entusiasmada por verlo, por alguna extraña razón, siempre me quedaba viéndolo de una manera diferente, por culpa de aquellos hermosos e intensos ojos que me atrajeron siempre. Habían pasado más de seis años que no nos veíamos. Cuando él descendió del bus, La primera persona que saludó, fué a mi, apretujándome con bastante fuerza, y diciéndome lo grande y bella que me había puesto en esos años. No pude evitar no mirar esos ojazos azules que tanto me atraían, y él me observaba algo extrañado, por atraparme a veces mirándolo de aquella forma. Entramos, almorzamos, y él me sugirió ir a dar una vuelta a la pequeña playa cerca de mi pueblo. Yo inmediatamente acepté, y mis padres asintieron encantados. Para salir, me cambié por unos shorts negros ajustados, una pollera del mismo color, que dejaba a la vista mi plano abdomen, y unas bonitas sandalias. Cuando Mauricio me vió, me dijo unos tiernos cumplidos, que me hacían sonrojar, y él, trataba de disimular las miradas que pegaba en esos shorts que marcaban mis nalgas. En el camino a la playa, íbamos charlando de cosas divertidas, de cómo me iba a mí en la escuela, de cómo le iba a él en su trabajo, y contábamos chistes buenos, como en el pasado. Cuando llegamos a la playa, nos sentamos bajo unas escaleras de cemento abandonadas, que eran parte de un extinto mirador de la zona, y estábamos solos, un buen ambiente.
La charla transcurría con total normalidad, típicas conversaciones entre hermanos, hasta que se me pasó por la mente, preguntarle si tenía novia. Él me dijo que hace poco terminó con la que había sido su pareja por 2 años. Yo le pregunté por qué sucedió, al principio, Mauricio trataba de evadir el tema, hasta que, finalmente me contó que su ex novia lo había engañado con uno de sus mejores amigos, y le dije:
-¿Pero cómo? Tú, siendo un joven tan atractivo, ¿y te engañó? Que niña tan tonta.
-¿De verdad crees que yo soy atractivo? Jajaja. Que linda es mi hermanita... te quiero.
-yo también te quiero, y mucho.
En esas instancias, ya estabamos muy cerca, abrazados como los hermanos que eramos. Estuvimos así un rato, hasta que me dijo:
-Andre, ¿puedo pedirte un favor?
-Si, dime hermanito.
-Espera, yo quiero que olvides aunque sea un momento que somos hermanos...
-Jaja,¿Y por qué me dices eso?
-Necesito desahogarme con alguien, ven, acércate.
Y fué cuando, él acercó sus labios a los míos, y me besó de una manera tan tierna, que me estremecía por completo. Yo le correspondí el beso, nos besábamos como una pareja de enamorados, muy dulcemente, cuando las cosas se pusieron más acaloradas. De un beso tierno, pasó a ser un beso apasionado, entrelazando nuestras lenguas con mucho deseo. Estaba tan apegado a mí, que pude sentir algo duro en su pantalón, siendo su miembro, bastante erecto. A esas alturas, yo ya sentía húmedo mi sexo. Por un lado, sabía que lo que hacíamos estaba mal, y eso aumentaba más nuestro deseo por sobrepasar los límites. Me detuve un momento cuando nos estabamos besando, y le dije:
-Espera, esto está mal, nosotros somos hermanos, tú me gustas, pero es la verdad.
-Shhh, preciosa. En este momento, no me importa nada. No es nada malo si nadie lo sabe... déjate llevar...
Me volvió a besar, y lentamente me despojó de mi pollera, y yo le desabrochaba su pantalón. Parecía que su miembro estallaría en ese momento, y yo ya estaba ardiendo. De mi boca, Mauricio fué bajando lentamente. Hasta llegar a mi brasier, que lo arrancó de un tirón, y eso me enloqueció de placer. Estaba besando mis pechos, mientras yo masturbaba su erecto miembro. Después, me dijo que me recostara en la arena, me abrió las piernas, y comenzó a devorar ávidamente mi húmedo sexo. De la excitación del momento, yo hundía su cabeza contra mi vagina, palpitante por tener su miembro en su interior. Él iba a introducir su pene en mi ardiente sexo, cuando lo detuve, y le dije:
-Mau, deseo este momento, pero no tenemos preservativo, ¿Qué haremos si algo malo sucede? ¿Si quedo embarazada, ¿qué haremos?
-No me importa nada de eso, no creo que eso suceda. Solo quiero tenerte...
Cuando introdujo su miembro en mi vagina, lancé un gemido de placer. Al principio, fue lento y suave, pero poco a poco fué aumentando la intensidad, nos besábamos apasionada y desesperadamente. Luego, cambiamos de posición, y me monté encima de él, lo introducía de una manera tan placentera, que no podía parar de gemir, cuando sentí cómo palpitaba mi vagina, quería acabar, y en ese momento, sentí un líquido caliente dentro de mí. Él había acabado en mi vagina, entonces yo también acabé. Nuestros fluídos se mezclaron, mientras nos dabamos un profundo beso. Terminamos exhaustos, acostados en la arena por un rato, cuando nos percatamos que ya estaba oscureciendo muy rápido el cielo. Nos vestimos y acordamos irnos a casa de mis padres, o se preocuparían, pero antes, prometimos que lo que había sucedido aquella tarde, quedaría entre nosotros dos. Antes de irnos, nos besamos, y partimos a casa. Hoy en día, tengo 27 años, y una vida sexual muy activa y placentera. Tengo una hija pequeña y un marido estupendo. Lo único que sé de mi hermanastro, es que ahora tiene más o menos 34 años, también está casado, y tiene 3 hijos. Ambos vivimos felices con nuestras parejas, pero nunca olvidaremos nuestra tarde prohibida en la playa.......... ¡Nos Vemos!
Otros relatos que podrían interesarte