Follada brasileña en Sevilla
07/08/2016
Era una mañana de verano. Estaba con una compañera repartiendo promociones de un parque acuático a las personas que paseaban por las calles de Sevilla. En uno de mis repartos en la calle más comercial vi acercarse una chica brasileña despampanante con un vestido rojo que marcaba todos sus encantos. Iba acompañada con una amiga. Pasaron por delante de mí y le entregue dos promociones a la preciosa chica brasileña. Ella me lo agradeció y esbozó una sonrisa algo pícara.
Continuaron caminando y mi deseo era confirmar si hubo atracción sexual. La seguí con mi mirada, observando su espectacular trasero que movía con tanta sensualidad.
Ella le susurró algo a su amiga intercambiadose una sonrisa confidencial y giró la cabeza para regalarme otra sonrisa pícara y una mirada que lanzaba dardos de fuego. Entraron en una tienda y les perdí de vista.
Necesitaba volver a ver esa chica tan sexy para pedirle su teléfono y follarmela. Esa mirada me quedo verdaderamente excitado.
Fui al otro extremo de la calle para seguir con mi reparto y con el deseo de volver a verla. Y, parece que la suerte estaba de mi lado. Ella salía de una tienda de ropa y me vio. No dudó en ir hacia mí para pedirme más promociones. Un escalofrío recorrió mi cuerpo; era mi momento para seducirla y conseguir su teléfono.
Se acercó a mí con ganas de comerme y me dijo que si le daba otra promoción. Yo le dije que sí, pero tenía que darme su teléfono. Ella sonrió y sin dudar me lo dio. Nos presentamos y con mi mano agarre su cintura, tocando suavemente su culo. Todo lo que tenía de respingón lo tenía de durito. Me dijo que le llamara y fuera a su casa cuando quisiera, despidiéndose con un beso en la comisura de mis labios y un insinuante guiño de ojo.
No tardé ni un día en llamarle para ir a su casa y follarmela como se merece una chica tan explosiva. Dos días después quede en su casa para pasar una noche que no olvidaría jamás.
Llegué a su casa y cuando me abrió la puerta me recibió sin sujetador y con una tanga blanco que marcaba toda su raja. No puede aguantar ni un segundo sin tirarme a su boca. Yo estaba empalmado y ella con los pezones duros. Deje su boca para lamer su cuello lentamente hasta sus tetas, chupando sus pezones con mi lengua. Me paré un momento para decirle que de esa misma forma le iba a comer su clítoris. Ella puso tal cara de deseo que agarro mi mano y me la puso en su coño. Estaba tan excitada que empapó su tanguita blanco.
Le bajé su tanga con mi boca, le metí los dedos de forma que gemía intensamente y le comí todo su coño. Era el momento para meterle mi polla y hacerla correr locamente. Fue meterle la polla y al sacarla estaba llena de todo su flujo exquisito. Eso me puso tan cachondo que me hizo ponerla a cuatro patas y penetrarla sin descanso. Ella chupaba mi dedo como si fuera la polla y agarraba mis testículos que rebotaban en su coño como dos pelotas en un frontón. Se corría repetidamente apretando mi polla fuertemente con sus paredes vaginales. Una de las veces apretó tanto mi polla que me hizo correr con la misma sensación como si estuviera desvirgando un coño.
Una jornada de trabajo en la que intercambie una promoción por un frenético polvo brasileño.
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