Familia muy singular, parte 2

13/04/2018

Llegò la noche, se preparó la cen bastante temprano, como si hubiera apuro por el encuentro prometido. Volvieron las sorpresas, Marina, mi hija llegó con su novio, Lautaro. Yo no sabía como actuar, así que dejé que hija y madre manejaran la cosa.
Pronto me di cuenta que la noche vendría complicada, en un momento percibí, más que ver, que Lautaro y mi mujer secreteaban en la cocina. Me preparé para algo pero no sabía qué. Cenamos los cuatro en un ambiente nervioso, tenso, que parecía cortarse.
Ni postre comimos, Mónica trajo unos vasos sin nuevos y una botella de tequila. Marina sirvió mientras sonreía sin decir porqué. Mi querida mujer, Mónica se levanta y se sienta en las piernas de Lautaro y comienzo a entender que todo estaba orquestado por mis mujeres. marina toma de las manos a su novio y a su madre y los conduce al dormitorio matrimonial, me hace un guiño, sonríe se mete con ellos. Mi palo ya estaba a mil. Voy hasta la cama y los tres ya estaban desnudos, Lautaro con su pija dentro de mi mujer, que gemía como loquita.
Marina se me hecha encima y comienza a tragarse mi verga, ya muy excitada. Se da vuelta y me ofrece su hermoso culo. Con mi verga recorro varias veces el camino entre su concha y su culo y cuando está lubricado comienzo a a metersela. Creí que sería duro y doloroso pero fue fácil y rápido. A mi santa hija hacía rato que le habían roto el ojete con mucha frecuencia. Mis bolas llegaban hasta esa puerta deliciosa, la boca de mi hija, pidiendo más y más era toda expresión de sexo, sucio y excitante. En un momento oigo a mi mujer que entre quejidos decía: - Preñame, total decimos que es hijo del matrimonio.- Lo dijo sin consultarlo conmigo y no gustó nada, pero no estaba en condiciones de discutir. Marina, estando ensartada por el culo se hacía unas pajas terribles y acabó dos veces antes que yo eyaculara. - Gracias papito!! me decía y comenzó a mamarmela. - Qué rico gusto tiene!! -
Descansamos un rato, conversando y tomando unas cervezas. Las mujeres le mamaban la pija a Lautaro que me miraba sonriente.
- Que flor de hembra es tu mujer! Tan buena y tan puta como tu hija. - Se animó a decirme sin ningún pudor.
Marina se puso en cuatro y pidió: - Dame de nuevo, papá. -
No me opuse, se la metí por el culo, satisfaciendo ese pedido. estaba en eso cuando siento que mi mujer vuelve a abrirme las nalgas, siento que me manosea y me dedea el agujero del culo. Me lo había estado lubricando porque de pronto siento la presión de la pija de Lautaro en mi ojete. No voy a decir que me disgustó. La verga de apreciado yerno me entró hasta sus bolas, provocando un placer hermoso, ya conocido pero no por eso menos excitante. Sentía un hermoso dolor sordo, profundo, agradable. Sabía que por su longitud había llegado hasta la válvula que divide el colon con el recto y sabía también, por experiencia, que ese dolor me duraría por lo menos una semana y que me haría feliz por ese tiempo. Mónica y María no perdían tiempo, parecían dos serpientes enredadas en una danza de coito profundo. Sus bocas, cuando podía hablar, eran dos cloacas sexuales. Sus lenguas recorría mutuamente sus conchas, sus nalgas, los agujeros de sus culos.
Lautaro llenó mis tripas de su exquisito semen y sacó su pija. Sentí como un vacío que dejó ganas de más. Apreté
los esfínteres para que no se me escapara una gota y comencé a mamar esa verga tan adorada.
Tantos orgasmos nos habían cansado, así que nos dormimos y despertamos al día siguiente.
Las mujeres se levantaron, con sólo un delantal a preparar el desayuno. Así vestidas que daban más sexis, si era posible. Los dos varones, totalmente desnudos. Me recosté en la mesada de la cocina, Lautaro llegó desde atrás y comenzó a manosearme las nalgas. Tengo ganas, dijo y abriendolas comenzó a meterme su verga tan rica. Mi culo, ya bien abierto la recibió con placer. Sentí que entró hasta el fondo. Marina se dio vuelta y le dijo a Lautaro:
- Ya tenés todos los agujeros de la casa a tu disposición. - Ven cuando quieras y te clavas a quien queras. -
Desde hace dos dìas el sexo, el deseo, la legría y el morbo son los dueños de nuestra casas.

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