Ernesto...
15/04/2018
Le conocí usando Blued. Vi la foto de un tipo en una barra de gimnasio, sostenido con sus manos solamente, sin algún otro apoyo.
Le escribí, saludándole. Me resultó muy amena su conversación. Fue corta, pero precisa. En menos de media hora ya estabamos intercambiando nudes. Al inicio lo veia feo, y de un pene promedio...
Mal juicio primerizo...
Quedamos de vernos despues de mi ruta, tipo 11:30pm. Acabé mi ruta, y me dirigí a la zona de su residencia, muy cerca de la otrora Empacadora Continental.
Mediante audio escuché su voz, y no me sorprendio. Un tipo promedio.
Cuando se sube el individuo en cuestión, me doy cuenta que es mucho mas atractivo en persona. Sus fotos no le ayudan, la verdad.
Empezamos a merodear buscando un lugar oscuro, para darle el oral de su vida a este individuo. Nos estacionamos, y reclinó su asiento. Lo empecé a tocar, y a acariciar. Es un tipo inexperto, pero deseoso de que alguien lo guiara a traves de los mas oscuros y recónditos espacios placenteros de mi garganta.
Su contextura... Ah!!
Él es de color canela precioso, esbelto, firme y grandes hombros. Hace tres horas al dia de gimnasio, y sí que se le notan.
Tenia su torso desnudo frente a mí. Empecé a acariciarlo para calentarlo más de lo que ya estaba. Su erección, notable en su pantalon, hacía lagartijas a modo de llamar mi atención, que estaba concentrada en su zona pectoral. Su pecho, duro y firme eran la pista de patinaje de mi lengua húmeda.
Mientras lo estimulaba, de reojo podía comprobar que realmente lo estaba disfrutando. Simplemente hacia su cabeza hacia atrás, y cerraba sus ojos, mientras con una mano yo terminaba de estimular su erecto miembro.
Resultó ser mucho mas grande que en fotos. Un mazo grueso, delicioso, y del largo de una cuarta, aproximadamente.
Posee una curvatura, hacia la izquierda. Casi el equivalente a la sección de arco circular de radio de 10cm.
Es perfecta, pues yo estaba a su lado izquierdo.
Empecé a lamer su torso, que tiene cierto porcentaje de grasa abdominal, pues hace 5 meses pesaba 240 lb.
Mis manos seguian jugueteando con su cuerpo y pene, y empecé a acercarme a su firme erección.
Inicié lamiendo su boxer, con su pene todavia dentro, y escuchaba sus gemidos de placer. Lentamente, bajé su boxer, y su pene, de tamaño arriba del promedio, emergió.
Como excusa de admirar su enorme verga, usé la luz de mi celular para alumbrarlo, y observar si posee alguna ITS evidente en su bálano; al no detectar ningún sintoma de inspección rapida, abrí mi boca, para egullir ese pedazo de carne que me tenía esperando.
Empecé a salivar para lubricarlo. Sí que ambos disfrutábamos, pues él solo podía echar su cabeza hacia atrás y gemir.
Con mi mano izquierda, acariciaba su escroto, y la zona debajo de ella, incrementando su placer. Con la derecha, recorría lentamente su torso, desde su ingle, hasta sus bíceps.
Posee una musculatura firme y definida. Un tipo exquisito, propio de 3h/dia de gym.
Yo seguía haciéndole oral a ese monumento de macho que tenía en mi carro. El, mientras tanto, jugaba con mi cola. Desde luego, yo estaba arrodillado en mi asiento, y girado 90 grados hacia la derecha. Mis nalgas, todavia en boxer y short flojo, estaban al alcance de su mano.
Mientras yo hacia un espectacular oral, el agarraba la nalga derecha y la estrujaba, alegando que le gustaba mi trasero.
Yo, por mi parte... Con media libra de carne entre los dientes, no podia expresar mucho, así que me limité a gemir, con su enorme mastil en mi garganta.
Cuando ya había dadole el punto maximo de placer de mi oral, el se contrajo, y con sus dos manos agarró mi cabeza. Con una, agarraba mi pelo, y con la otra, mi barbilla. Hacía que muy lenta y delicadamente egullera su pene en toda su extensión.
Seguia yo tragando su deliciosa verga, y se escuchó un hombre aproximándose críticamente al vehículo. Inmediatamente, lo encendí y nos fuimos del lugar.
Le pregunté si cree que valdria la pena ir al motel, que estaba a pocas cuadras. Sin dudarlo, asintió.
Conduje hasta el motel, y nos estacionamos.
Entramos, y ya, al descubierto, con toda la luz, expuesto, logre apreciar su hermoso cuerpo.
Es un tipo de espaldas anchas, pectorales definidos, y torso grueso.
Se quedó en boxer, y una notable erección tenía. Se acostó en la cama y lo abordé de frente. Empecé a acariciarlo nuevamente, y me dijo "ya no aguanto". Y se sacó el boxer con una destreza evidente.
Ya, su pene, erecto y apuntando a la constelación de Sagitario (10 grados al este), resbalosa y humeda estaba de manar precum.
No lo hice esperar, y empecé a hacerlo gemir con mis labios. Otra vez, su pene estaba rozando mi garganta, lo cual lo mataba de placer. Tiene vello púbico, recortado, y olía a recien bañado. Esa fragancia me mata.
Con cierta dificultad lo egullia totalmente, pues la curva es pronunciada.
Entonces me coloqué a 90 grados de su eje longitudinal, a su lado izquierdo, y empecé a devorarla facilmente. Llegaba hasta el tope de su pubis. No sobraba ni un milimetro posible de su deliciosa verga.
El, inconscientemente, empezo a jugar con mi cola. Estrujaba mi nalga, y se aventuraba con sus dedos a palpar mi esfínter externo. Yo, en posicion casi genupectoral, seguía dándole placer oral a ese semental hondureño que ni siquiera conocía hace una hora.
Me dijo: "date vuelta... Quiero ver qué tenes para mí". Me situé sobre el eje simétrico mas largo de la cama, y me puse en posición genupectoral. Expuse mis nalgas y ano a su merced, y estaba embelesado, como si tenia tiempales de no ver uno. Midió mi consolador con su pene, y resulto evidente que su miembro era mayor que lo que de hule me sirvo, a veces.
Aplicó lubricante sobre mi ano, y movía mis nalgas; las abría, las cerraba, las estrujaba y apretaba. Se le notaba que le placía hacerlo.
Tomó mi consolador, y empezo a introducirlo lentamente. Lo introdujo completo, y lo sacaba repetidas veces. Me dijo: "ahora quiero ser yo el que esté adentro". Enseguida, tomó un condón, y aplicó lubricante.
Mi esfínter ya había recibido al consolador, así que no le costó abrirse paso... Sin embargo, realmente se sintió, pues el grueso de su pene es mayor al de mi juguete. Lo metió todo, hasta el fondo, y me empujo de manera que me quité de perrito, y me coloqué acostado en la cama... Con su pene adentro.
Tenía su rostro muy cerca del mío. Y me respiraba en la nuca y orejas mientras hacía un vaivén en su cadera, empujando su pelvis contra mis nalgas, dejando toda su verga dentro de mí.
Siguió en ese movimiento, mientras la curvatura de su pene estimulaba en sobremanera mis paredes rectales.
Hubo un leve "accidente" y replicó tan tranquilamente: No importa... Son gajes del oficio.
Todo un caballero, delicado y muy respetuoso, fue a remover el preservativo que, literalmente, cagué.
Me lavé, e intenté expulsar los restos posibles.
Despues de seco, el, sorprendentemente, seguía erecto. Sacó otro condón, y lubricó. Esta vez, me puso boca abajo, en el eje simétrico mas corto de la cama, y colocó su pene en la entrada de mi ano.
Muy delicadamente, y preguntando frecuentemente si yo estaba comodo, empezo a entrar, otra vez. Aunque dolía un poco, realmente estaba disfrutando inmesurablemente.
Despues de lograr que mi esfínter se civilizara a su ley, empezó a embestir mi trasero, y haciendo que sus testiculos se estrellaran en mis nalgas. Yo, lo único que podía hacer era agarrarme de las sábanas, y gemir. No tenía posibilidad de hacer alguna otra cosa.
Colocó un brazo en mi cuello, y el otro en mi cabeza, y me cogía violentamente, pidiéndome que con mis manos abriera mas y mas mis nalgas, pues le fascinaba observar cómo su enorme verga se perdía en mi esfínter.
Imprimió una seguidilla mortal, que solo único que lograba era extasiarme, y agotarme brutalmente.
Mientras me seguía frenéticamente penetrando, me levantó la pierna derecha. Mi recto se desvió de la posición original, y ahora me estaba destrozando la próstata. Tenia ganas de llorar de placer, y sentía que mi glande iba a explotar en semen.
Él, como todo un semental, seguía perforandome el agujero de tal forma que yo solo me mordía los labios, y cerraba mis ojos, sin poder hacer mas que gemir de un placer que hace muchos meses no sentía.
Placer que se genera cuando te topas con un tipo delicioso, con verga deliciosa, y un trato de caballero. Sentirme sin complejos es uno de los mejores afrodisíacos para mí.
A medida que su seguidilla de vaivén me asesinaba las ganas de fornicar con alguien más, fué lentamente girando mi cuerpo, y me tenía con ambos pies en el aire, literalmente. Yo estaba de lado, prácticamente, y el estaba incrustado en mí. Nos reimos, pues parecía una posición rara de Twister, ya que el estaba acoplado a mi, y yo estaba doblado extrañamente. Mi rodilla derecha estaba a milimetros de mi cara, y su rostro estaba en la pantorrilla de esa misma pierna. Casi frente a frente.
El seguía haciendo muy bien su trabajo, a pesar de "ser un inexperto", segun el.
Continuaba penetrandome, y sacaba totalmente su pene, y lo volvía a introducir de golpe. No hay cosa que me fascine más que eso. Sentir hasta sus huevos casi metiéndose.
Repentinamente, empezó a penetrarme mas freneticamente, en esa posición excéntrica de Twister, donde yo estaba de lado, con mis piernas desplegadas, y su rostro frente al mio. Con mis ojos entrecerrados, debido al placer extremo, logro ver y apreciar su rostro. Estaba corriéndose dentro de mí. Arrugaba su cara, en señal involuntaria de placer crítico, propio de la eyaculación.
Se fue a bañar, y al secarse, yacía sobre la cama. Yo me duche, también, y reposabamos en el lecho, ya desordenado por nuestros frenéticos movimientos sexuales, hablando y riendo de temas en común.
Estabamos platicando muy amenamente, y la habitación empezó a enfriarse. Condición que él utilizó para proponer volver a sudar, como antes.
Sin mucho preámbulo, empecé a lamer su torso. Por el frío que había, le causaba cosquillas, y nos reíamos como pendejos.
Su pene, erecto casi al instante, hacía lagartijas para llamar mi atencion, otra vez. Sin que padeciera frío, volví a guardarlo dentro de mi boca, para evitar su hipotermia 😉
Yo continué tragandole la verga y el siguió acariciando mi espalda. Volvió a poner una mano debajo de mi barbilla, y la otra en mi cabello, y hacia que me quedara fijo, mientras el movía su pelvis, follandome la garganta.
De vez en cuando, yo preguntaba si estaba agusto, y el simplemente no respondía. El señalo que al no responder, era premisa de un disfrute máximo.
Le inflaba el ego cada vez que yo mencionaba lo delicioso que era tenerlo encima, y de lo espectacular que era la vista frontal de tal monumento de macho follándome.
Siempre preguntaba si yo estaba cómodo. Rara vez tuve a un semental delicioso, macho dotado y un guapo caballero, juntos en el mismo individuo.
Me sorprendió la delicadeza inicial de su proceder, como también me hacia gemir de placer la rudeza de sus embestidas, tiempo después.
-"Hay algo que siempre he querido intentar", dijo. E indicandome una posición de boca arriba, con mi cabeza al borde de la cama, y el de pie, empezó a introducir su pene, duro, firme y erecto, en mi boca.
Sus vaivenes continuaban dandose, introduciendo su pene hasta el fondo de mi garganta. Lograba hacer que me lo tragara por completo, y apretaba muy levemente mi cabeza con sus firmes y tonificados muslos.
Con su pene hasta el tope de mi barbilla, el se movía horizontalmente, para estimular su glande con las paredes de mi garganta.
De vez en cuando, mis reflejos naturales impedían seguir el ritmo, pero el muy pacientemente se retiraba momentaneamente, y regresaba.
Cada vez que sus testiculos tocaban mi nariz, el se acostaba sobre mi pecho, y besaba sutilmente mi estomago.
Mis manos traviesas recorrían desde sus pantorrillas, nalgas, muslos, espalda y cabeza, mientras su pene estaba al fondo de mi garganta.
Se vió que disfrutaba enormemente esa posición, pues le gustaba repetirla.
Para aumentarle el placer, me coloqué de lado, de manera que con él de pie, su pene calzara con la curvatura de mi garganta. Esto hacía mucho mas facil egullir su gruesa verga.
Le encantó. Embestía mi garganta con mayor ímpetu, cada vez. A duras penas lograba soportar tal vaivén.
A veces tocaba dos veces sus muslos, para indicarle que necesitaba un poquito de aire, y el muy tranquilamente me pedia que tomara mi tiempo, o que pararamos si yo no estaba disfrutando.
Yo solo lo alejaba unos centimetros para poder tomar aire, y yo mismo lo volvía a empujar hacia a mi, indicándole que mi garganta estaba a su total disposicion de ser fornicada salvajemente.
En cierto momento, me preguntó si yo quería que me penetrara, o si quería seguir en lo que estaba. Yo le dije que estaba dispuesto a lo que a él se le antojara, y que mi culo estaba a su total disposición.
Sin pensarlo, seguí mamandosela, mientras el buscaba otro condon sobre la cama.
Solté su verga, y se colocó el condón, que le apretaba un poco, dijo. Le dije que esta vez, queria verle la cara para penetrarme. Entonces me coloqué de misionero, a la orilla de la cama.
Colocó lubricante en mi ano, con sus dedos, y me comunicó lo admirado que estaba de ver mi esfínter a su merced. Su erección se potenciaba, con cada recorrido de sus dedos por mis nalgas.
Se aplicó lubricante en su pene revestido por un preservativo, y lo colocó en mi ano.
Dolía, pues ya raticos habia salídose de mis entrañas. El me preguntaba muy seguidamente si yo estaba comodo. Que si me dolía, el no continuaba.
Yo lo hubiese matado si no continuaba.
Poco a poco, fué introduciendo lentamente sus 7-8 pulgadas, del grosor del rollo del papel higiénico, curva, y de glande rosa. Hermosa verga, carajo!
Cuando mi ano sucumbió ante tal invasor, podía sentir cómo sus testiculos rozaban la rajadura de mis nalgas.
El se retiraba y regresaba, para acostumbrar mi esfinter a sus dimensiones, y que así no doliera más.
Puso su pene en la entrada de mi ano, y lo sacudía fuertemente, y hacía que su glande, dentro de mi, vibrara tan exquisitamente que yo sólo podía exclamar monosílabos y onomatopeyas propias de las peliculas pornográficas.
Yo colocaba mis piernas bien abiertas, hasta que mis rodillas alcanzaban la altura de mis codos. Le fascinaba observar cómo su glande se abría paso en mi ya destrozado agujero.
El, con sus fuertes manos, desplazaba mis rodillas hasta su torso, estirando mis piernas al máximo, y seguía penetrando un pobre agujero cuyo dueño estaba al borde de la locura.
En ciertas posiciones de mis piernas, su pene estimulaba más mi próstata, y era inevitable gemir ante esa situación. Colocó mi propia camisa en mi boca para reducir los gemidos, pero no paró de fornicarme.
Lo tenía tan cerca de mi rostro, que podía besarle, pero no quise, porque lo vi inseguro.
Seguro iba a necesitar una reconstrucción anal, pues su mastil se abría paso a través de mi esfínter, de tal forma que yo solo lo miraba, disfrutando enormemente mi agujero.
Yo gemía... Era lo único que podía hacer.
Empezó a estimular mi próstata brutalmente, que casi eyaculo sin siquiera tocarme. Indujo un vaiven sublime que se corrió en segundos, despues de cambiarme las piernas de posición.
Sentí su expresión de satisfacción al eyacular, pero su pene seguía duro. Así que el continuó penetrandome, pero su glande lo hacía retraerse, por los reflejos...
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