Contándole a su marido el viaje a cancún con una amiga

04/04/2016

Marta y yo tenemos un negocio de electrodomésticos que funciona bastante bien. Esporádicamente y en función del consumo, algunas primeras marcas nos premian con viajes realmente interesantes. Así ocurrió recientemente con un viaje a Cancún de una semana en que, precisamente a mí, era imposible desplazarme. Para no perder la ocasión y ante mi insistencia, Marta invitó a su amiga Clara a acompañarla.

No deja de intranquilizarme el que Marta se vaya sin mí pues aunque su tono sexual no es habitualmente muy alto, lo sabréis si habéis leído mis anteriores relatos, desde que tuvimos la experiencia de Alceo tengo un poco de miedo a sus reacciones que se destapan cuando, como frase clave, dice: -Me apetece mucho un Cointreu con hielo- que yo no sé si utiliza como aviso de lo que puede venir o es que realmente esa bebida es lo que la deshinhibe.

Vamos a lo nuestro; Marta y Clara partieron al anunciado viaje y a su regreso, descansando ya en casa y contándome los pormenores me empecé a excitar cuando me dijo: -Muy bonito todo pero un poco aburrido sin ti hasta que pedí un Cointreu con hielo en el bar del hotel-. Tenemos nuestro acuerdo de liberalidad para tonteos y hasta para actos sexuales por separado siempre que no nos ocultemos nada y tengamos la franqueza de contárnoslo, lo que dicho sea de paso, mantiene en un nivel muy alto nuestra propia actividad sexual.

-Habíamos conocido en la playa a dos chicos que se comportaban muy educadamente, tanto que llegamos a pensar que no se interesaban en nosotras y que eran gays; esa noche en el cocktail-bar del hotel, cuando bajamos arregladas... -¿Qué llevabas puesto?- La interrumpí balbuciendo ligeramente. -La temperatura era excelente y puedes suponer que no llevábamos abrigo -me contestó- además queríamos sentirnos excitantes y tanto Clara como yo bajamos de dulce, vestidito ligero y poquito por debajo, ¿me dejas que continúe? -preguntó un poco molesta por la interrupción-.

-Richard y Stephen alzaron su copa hacia nosotras- continuó su relato -cuando entramos e inevitablemente nos dirigimos hacia ellos. Ya digo que no parecían peligrosos y, quizá por eso, fue cuando me apeteció mi bebida predilecta. Charlamos un buen rato e incluso bailamos amigablemente. Lo peor fue cuando me tomé el tercer Cointreau y a Clara los suyos también le hacían efecto-. -¿El tercero?- volví a interrumpir -Parece que ibas deprisilla- -Era el tercero pero allí en el bar controlaba perfectamente; no tanto en la habitación donde no pude evitar hacerle una mamada a Stephen; no quiero que te enfades y quería contártelo cuanto antes- me contestó Marta ruborizándose. -Estás a mi lado, me lo cuentas y te quiero más por ello; además sabes que me excita más cuantos más detalles me cuentes- la animé. -La verdad es que eran dos tíos atractivos y tenían dos buenos aparatos. La pena es que Clara se quedó dormida con el alcohol y no pudo apenas disfrutar de ellos todavía así que me tuve que follar a los dos- -¿A los dos?- aquello ya comenzaba a preocuparme pero mi excitación aumentaba además con el hecho de que Marta acariciaba mi pene con pericia y pellizcaba mis testículos cada vez con más energía. -Sí, a los dos, pero si te vas a poner celoso no te cuento nada más- me dijo Marta mientras acomodaba su coñito sobre mi boca e inclinaba la suya hacia mi polla erecta.

Pero continuó sin que yo dijera palabra porque, entre otras cosas, lengüeteando su endurecido clítoris no podía hablar y porque ella sabía que yo estaba loco porque entrara en detalles.

-Me dolió un poquito en la doble penetración- mi lengua resbaló inmediatamente hacia su culito y se complació en su relajamiento -pero la verdad es que me estaban volviendo loca, por eso no me importó que hicieran algunas fotografías- -¿Fotos?- bramé mientras apartaba circunstancialmente mi boca del pilón de las maravillas y de la querida cloaquita. -Bueno...- dudó- eran fotos de recuerdo para ellos mismos aunque era un poco violento que llamaran a George para hacerlas porque el tal George era un salido y le faltó tiempo para meterme la polla en la boca. -Oye, me parece que te estabas pasando. ¿Tú sabes lo que me estás contando que hiciste? Te la montaste con tres tíos en tu viajecito y creo que eso ya es un poco pasada-. -Tampoco es para tanto- contestó Marta mientras, dándose la vuelta, colocada sobre mí, se ensartó en mi mástil que se había ablandado ligeramente con las últimas noticias -unas fotos son una tontería. Menos me gustó cuando empezaron a filmarlo pero estaba tan excitada que no los habría detenido por nada del mundo y no pude negarme cuando me pusieron una máscara para que no se me conociera si lo veía alguien conocido. No puedes ni imaginarte lo que es tener a cuatro tíos alrededor empalmados como un toro, saber que eres tú quien les tiene así y correrte una vez tras otra. Además el negro tenía la polla más grande que he visto en mi vida, casi no cabía dentro de mí pero desde luego que lo conseguí-. -¿Un negro?- exclamé alterado. -A ver si ahora te vas a volver racista por un negro de nada; sabes que siempre he tenido la fantasía de comerle la polla a un negro. Además parece que no te habría importado si Stephen y George hubieran sido blancos con una polla pequeñita- ante su enfado opté prudentemente por callarme cuando iba a contestarle que habían sido dos negros -algo tenía que hacer- continuó Marta -mientras Richard se follaba a Clara, que yo creo que se hacía la dormida, y conseguí que los dos me la metieran al tiempo en el coñito; creo no haber estado nunca tan excitada ni tenerlo más dilatado-.

Ahora Marta culeaba como una loca y yo no sé en Cancún, pero en este momento su coño era demasiado grande para mi aparato y tuve que sacar el consolador grande que sólo admite en ocasiones especiales. Entretanto ella apretó el mando del vídeo y ante mi sorpresa fue apareciendo en la pantalla con todo detalle lo que me había ido narrando.

Allí estaban con dos antifaces venecianos Marta y Clara absolutamente despendoladas, gritando como posesas al borde de la histeria. Un negrazo con una polla larga y ancha clavaba a Marta hasta donde yo habría pensado que no era posible y la tía no se quejaba lo más mínimo sino que empujaba contra los huevos del elemento como si en ello le fuera la vida. A su lado, Clara, de la que yo no habría creído jamás eso, acariciaba los pezones de Marta y, como un corderito, mamaba con fruición la polla de un tío al que otro estaba enculando mientras Marta le chupaba los huevos. La escena era tan fuerte, sabiendo que era mi mujer una de las del antifaz que me cogió de improviso el orgasmo de Marta y hasta el mío propio que fue seguido por espasmos musculares durante un buen rato posterior a mi espectacular eyaculación.

Sólo puedo deciros que al principio me resultó difícil que Marta me contara con detalle sus propias experiencias pero que hoy en día nuestra relación sexual es de lo más gratificante que imaginarse pueda. Todo ello ha pasado consiguiendo con habilidad que leyera relatos de este portal para que vea que con educación y con clase ninguna situación es cutre y que con confianza y buena fe es difícil herir a quien quieres.

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